martes, 19 de agosto de 2008

Toros a la Tica.¡Existen momentos en la tauromaquia donde el toro no sufra?

¿ Existen algunos actos (o partes) dentro de las actividades de la tauromaquia que no producen sufrimiento?

Autor: Jordi Casamitjana. Zoólogo. CAS International

En este artículo me centraré en el tema del sufrimiento de toros y vacas en espectáculos taurinos del mundo. Este es un artículo de opinión científica, no un artículo científico empírico.

Las celdas’ donde ponen a los toros a la espera de entrar al ruedo.

Los toros que son transportados a una plaza y colocados en este tipo de espacios estarán en este estado constante de alarma, incapaces de entender lo que les está pasando y, por tanto, sin saber cuál es la mejor respuesta que pueden escoger.

El dolor también es usado a menudo como método para moverlos de un lugar a otro, en la forma de varas puntiagudas que se les clava cuando no responden a instrucciones verbales, y por tanto esto se añadirá a su estrés.

Tampoco es de extrañar que cuando al final salen al ruedo sin la compañía de sus miembros de manada (ni ganaderos con los que quizás hayan desarrollado una relación relativamente amistosa) parezcan bravíos y excitados, ya que ésta es la reacción normal de un animal que ya está estresado y se encuentra de repente en medio de un ruedo con gente gritando por todas partes, y nada que puedan usar para protección.

Ya en el ruedo, cuando al principio los toreros los empiezan a provocar con el capote o verbalmente, y luego en el caso de los estilos español y portugués, hiriéndolos con la puya (estilo español) o las banderillas (ambos estilos), el comportamiento del toro toma una de dos formas: el intento de escapar a la situación adversa o tratar de encararla si no parece haber una salida. Esta segunda es la más común.

Las plazas de toros son de hecho ‘ruedos’ (o 'círculos') para que el toro no pueda encontrar una esquina donde protegerse contra los ataques. También son circulares para que el toro, después de un par de vueltas, no pueda identificar donde está la entrada e intente escapar por donde salió.

Sin embargo, en la desesperación, a veces los animales intentan, y a veces con éxito, saltar por encima de las tablas para escaparse, como yo he presenciado y grabado varias veces en corridas al estilo francés (que a veces tienen lugar en plazas donde las tablas son un poco menos altas que en las plazas españolas). En estos casos se ve como es bastante difícil ‘convencer’ a la vaca o toro para que vuela al ruedo (probando así que reconocen que en el ruedo es donde está la situación adversa que tienen que evitar), y solo vuelven cuando se les fuerza con dolor (en la Camargue usan para este fin unas varas con tres puntas metálicas llamadas ‘tridentes’, las que se clavan repetidamente en los lomos de los animales).

Dado el diseño de las plazas, la respuesta más común no es intentar escapar sino darse la vuelta hacia el atacante y tratar de apartarlo con sus cuernos. Este es un comportamiento que puede ser visto en muchos herbívoros cuando están siendo cazados por depredadores naturales o gente. Por ejemplo, los ciervos cazados por cazadores que usan manadas de sabuesos, como en el caso de la práctica en Inglaterra de la caza de venado (ahora prohibida), se comportan huyendo durante horas, pero cuando ya están agotados y no pueden correr más (a menudo cerca de ríos para que se puedan refrescar al estar hiper-térmicos), los ciervos entonces se dan vuelta hacia los sabuesos y tratan de apartarlos con su cornamenta. A este fenómeno se le llama en inglés “stag at bay” (literalmente “ciervo macho mantenido a raya”) y es cuando el cazador humano se acerca y pega un tiro al venado.

Los toros en corridas de toros responden, por lo tanto, como si ellos no tuvieran ninguna opción además de embestir, ya que todas las rutas de escape han sido cortadas y camufladas, y ellos ya están heridos, lo que provoca este comportamiento como ‘último recurso’. Su agotamiento ya no les permite escoger la huida como la respuesta más efectiva, y el dolor despierta su instinto de defenderse, de la misma manera que las mordeduras de los sabuesos (o lobos) despiertan este comportamiento en el ciervo que ya ha sido alcanzado por ellos. Por lo tanto, el comportamiento del toro es consecuente con lo que se podría describir en inglés como “bull at bay”.

En otras palabras, la embestida del toro no debería ser interpretada

como un ataque (y el término "combate" usado para describir

la tauromaquia no es un nombre apropiado),

sino como un modo de apartar a los atacantes (una forma de defensa),

para evitar la situación adversa. En consecuencia, las embestidas de

los toros en una plaza son en sí mismas otro ejemplo de indicador

de comportamiento de sufrimiento.

Además del estrés, el agotamiento y ahora las heridas causadas por las armas, el toro finalmente afronta la espada del matador, que, más a menudo que no, inflige heridas internas terribles al toro que permanece vivo por un tiempo considerable. Entonces es cuando podemos ver varias expresiones faciales que cualquiera, etólogo o no, puede interpretar fácilmente como indicadores de sufrimiento severo. El comportamiento final del toro lo confirma aún más. Éste trata de andar hacia las tablas, donde debe estar la salida, como su última tentativa de escaparse, o por lo menos de cubrir su espalda después de tanto ataque y defensa en vano. A veces el toro se acerca despacio hacia un torero que no parece ser hostil en aquel momento (por ejemplo, uno que esté sentado en la base de las tablas), como si estuviera buscando ayuda, o quizás incluso piedad.